Schadenfreude
Puede parecer normal que hayan sido los alemanes quienes se tomaron la molestia de crear una palabra exclusivisima para designar esta sensación embriagante.
Desde mi punto de
vista cualquier persona o nación en el mundo pudo crearla. Si acaso habría que
darles el mérito de tomarse la molestia de nombrarlo.
Hace doce años que trabajo en el subterráneo
de la ciudad. Amaba mi trabajo. En verdad lo amaba-
Todos los días tomaba mi unidad y desde la cabina, estación a estación operaba las puertas de los vagones para permitir entrar a los usuarios, revisaba que las puertas cerraran correctamente y eventualmente dar algún aviso por el altavoz. Poco más que eso.
Siempre he visto a la gente acercarse a la línea amarilla cuando llego a una estación. Así que esa tarde la primera vez que ocurrió, no lo espere. Era una de las estaciones más llenas ya hace ocho años.
Cuando la unidad iba casi en la mitad del anden apenas le ví como una sombra. No pude frenar. Arrolle aquel cuerpo que solo después, cuando me ordenaron por radio que hiciera la unidad atrás, descubrí era una mujer. No quiero ni pretendo comprender las razones que llevan a alguien a cometer un acto así. Solo quería saber ¿Por qué me sentía culpable de esa muerte.
Aquellos eventos ocurrían entonces tan pocas veces que nos daban un mes en la playa con los gastos pagados. Ha sido el peor mes de mi vida. Recordaba la lenta marcha atrás de mi unidad y yo mirando desde la cabina. No debí retroceder tanto. Solo quería darle espacio a los paramédicos para retirar el cuerpo. Fué entonces cuando no pude evitarlo. Le mire. Ella no tenia rostro. Por un mes solo podía imaginar miles de rostros. De cejas pobladas y nariz pequeña, quizá de labios gruesos. Pero entre todos los rostros imaginables nunca pude imaginar como serían sus ojos ¿Cómo sería su mirada?
Siempre he visto a la gente acercarse a la línea amarilla cuando llego a una estación. Así que esa tarde la primera vez que ocurrió, no lo espere. Era una de las estaciones más llenas ya hace ocho años.
Cuando la unidad iba casi en la mitad del anden apenas le ví como una sombra. No pude frenar. Arrolle aquel cuerpo que solo después, cuando me ordenaron por radio que hiciera la unidad atrás, descubrí era una mujer. No quiero ni pretendo comprender las razones que llevan a alguien a cometer un acto así. Solo quería saber ¿Por qué me sentía culpable de esa muerte.
Aquellos eventos ocurrían entonces tan pocas veces que nos daban un mes en la playa con los gastos pagados. Ha sido el peor mes de mi vida. Recordaba la lenta marcha atrás de mi unidad y yo mirando desde la cabina. No debí retroceder tanto. Solo quería darle espacio a los paramédicos para retirar el cuerpo. Fué entonces cuando no pude evitarlo. Le mire. Ella no tenia rostro. Por un mes solo podía imaginar miles de rostros. De cejas pobladas y nariz pequeña, quizá de labios gruesos. Pero entre todos los rostros imaginables nunca pude imaginar como serían sus ojos ¿Cómo sería su mirada?
Fui al psicólogo e intento convencerme de la obviedad
esquiva de que yo era inocente.
El tiempo no cura nada que importe. Solo lo destila. Le hace
más preciso. Acera nuestros recuerdos emocionales al coste de pequeños detalles
que se entierran en nuestro subconsciente.
Solo pasaron tres años y
alguien más cambio mi vida, un señor de
40 años. Cayó sin voluntad. Quiero creer que estaba muerto cuando le pase
encima. Que su corazón le mató y no yo.
Me gane un mes más de vacaciones y una palmadita del psicólogo.
Desde hace dos años ocurren tan frecuentemente que ya no dan
meses de vacaciones pero la palmadita en la espalda continua y nuestro trabajo también.
He visto a una chica casi correr para caer frente a mí. Todos
caen de perfil mirando a las vías. En mis sueños les detengo gritándoles, suplicándoles
que no lo hagan. Busco sus ojos. Necesito mirarles. Pero siempre tienen la vista perdida, mirando a las vías.
No lo resistí más. Fué la última chica. Desde hace un año pedí mi cambio a
vigilancia. Comprendí que en cada una de esas muertes se murió algo de mí, comprendí
que el vacío de lo que murió esas veces se lleno por fuerza con algo siniestro.
Gente que no conocí cambio mi vida y ahora he consumado mi plan para calmar este
sufrimiento.
Ayer durante la hora pico de la estación alguien desconecto las cámaras de vigilancia.
No hay evidencia de lo que ocurrió solo los testigos presenciales.
-“Nos bajaron
porque alguien se aventó a las vías”. –decían.
Y en mi interior un
regusto recorrió cuando algunas
personas decían mezcla de miedo y
morbosidad -“yo estaba en el anden cuando el metro intento detenerse”. -Me regocije con una malsana sensación de superioridad cuando algunos afirmaban:“Yo
vi. cuando se cayo”.
Entonces quedaba solo el toque final de mi plan. Disfrute cada segundo mientras caminaba lentamente hacia la
operaria del metro recluida con el policía
en la cabina. Y ví mi reflejo.
Escuche
cuando dijo:-Cayó de espaldas, estoy segura. Quizá le empujaron. -
Un gozo se apodero de mi cuando por fin me libere de aquel mal. Me acerque a la compañera y le di una palmadita en la espalda. La misma palmadita en la espalda que le di a un desconocido hace unos minutos, para poder mirarle a los ojos antes de empujarle a las vías.
Un gozo se apodero de mi cuando por fin me libere de aquel mal. Me acerque a la compañera y le di una palmadita en la espalda. La misma palmadita en la espalda que le di a un desconocido hace unos minutos, para poder mirarle a los ojos antes de empujarle a las vías.
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