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Ultima entrada: SALA DE ESPERA (Ilustración) Fecha de publicacion 30/10/2011

13.10.11

CONVERSO


CONVERSO

   Mi nombre es  Shemtov Schreiber tengo  63 años, nací en Sevilla, España y crecí  bajo la fe de mis padres hebreos.

Desde joven me dedique a estudiar la palabra de Dios. Pronto bajo el dominio musulmán   me contacto un grupo olvidado ajeno a la tradición.

Ahí descubrí que la única manera de conseguir ciertos conocimientos es abrevar en distintas fuentes, muchas de ellas más allá de la fe que profesaba, e incluso más allá de la fe de mis nuevos  maestros.

 Para mi  propia gente esto es una herejía. Que yo no comprendo, porque Alá lo rige todo. Incluso el desatino de los hombres por señalar lo que es una herejía.



Es mejor concentrarse en su gran amor y como la mayoría de la gente

Que ve en los milagros la presencia de Dios, como un suspiro de su voluntad.

Yo puedo sentirle en cada ser humano, en cada acto, en cada día el latido de su corazón. El latido de su eterna voluntad.



Ya desde mi primera lección en la madraza recibí la gran enseñanza que lo encierra todo, a través de una parábola:



Cuando  la madre jugando con su hijo le dice: Te amo.

Expresa sus sentimientos a través de una sentencia que todos conocemos.

El mensaje para su hijo  fue esparcido. La esencia del sentimiento permaneció en su corazón. Como el Corán, que expresa una suprema voz.

En mi religión el sagrado libro del Corán es copiado y esparcido entre los creyentes alrededor del mundo, pero el Corán permanece en el centro de Alá para siempre.



La palabra es un eterno y omnipresente verbo de Dios. Y sin embargo comprendí que el  mensaje es solo la mitad, cuyo complemento es su escritura y entonación. Porque un Corán escrito en otra lengua es impuro.



Es simple, el Corán es la última revelación.  Es una corrección para una desviación judía, una anomalía creada deliberadamente para evitar revelar importantes verdades.

 Pero al  final la verdad esta más allá de todo adjetivo,  esa luz no puede ocultarse para siempre. Y no puede evitar pensar que esto será como debe ser.

La mitad de la enseñanza corre en mi sangre y la otra en el Corán.

LA COLECCIÓN


LA COLECCIÓN



Desde niño desarrolle una extraña fascinación por lo extraordinario. Y fue siendo niño cuando  al abrir un viejo libro  les descubrí.

Todas esas manos blancas de porcelana con líneas negras surcando sus palmas.

Pronto leí con avidez que era posible trazar la historia de una vida, si podías leer correctamente la  mano de un hombre. Que  su vida se encriptaba  en surcos y montes.

Me fascino saber que la mano derecha de un hombre lleva inscrita en su totalidad la mejor de las vidas posibles que ese hombre puede tener.  Y en la mano izquierda la vida que en realidad tendrá.

Que el color, la temperatura y la forma de una mano señalan su temperamento. Y el ancho y el largo de sus dedos le dispondrán para crear o destruir.

Mi “trabajo” me permite estudiarlas a conciencia y creo haber llegado a un grado de dominio en este arte. Sin embargo no puedo evitar pensar en dos excepciones que me esquivan.

 He comenzado a trabajar sobre manos cada vez más jóvenes y no he encontrado una alteración significativa en el largo de la línea de la vida.  Y me pregunto si existirá alguna explicación para comprender esta anomalía.

La segunda  pregunta que no consigo resolver es tan simple y a la vez tan angustiante en mi intención por comprender a plenitud esta “ciencia” que ahí en la penumbra lejos de miradas prejuiciosas incapaces de comprenderme  cuando estudio sobre mi colección de manos.  La gran pregunta: ¿En que surco de que línea esta escrito que la mano perderá a su dueño y este su vida?

SCHADENFREUDE


Schadenfreude



Puede parecer normal que hayan sido los alemanes quienes se tomaron la molestia de crear una palabra exclusivisima para designar esta sensación embriagante.
 Desde mi punto de vista cualquier persona o nación en el mundo pudo crearla. Si acaso habría que darles el mérito de tomarse la molestia de nombrarlo.


Hace doce años que trabajo en el subterráneo de la ciudad. Amaba mi trabajo. En verdad lo amaba-

Todos los días tomaba mi unidad y desde la cabina, estación a estación operaba las puertas de los vagones para permitir entrar a los usuarios, revisaba que las puertas cerraran correctamente y eventualmente dar algún aviso por el altavoz. Poco más que eso.
Siempre he visto  a la gente acercarse a la línea amarilla  cuando llego a una estación. Así que esa tarde la primera vez que ocurrió, no lo espere. Era una de las estaciones más llenas ya hace ocho años.
  Cuando la unidad iba casi en la mitad del anden  apenas le ví como  una sombra. No pude frenar. Arrolle aquel cuerpo que solo después, cuando me ordenaron por radio que hiciera la unidad atrás, descubrí  era  una mujer. No quiero ni pretendo comprender las razones que llevan a alguien a cometer un acto así. Solo quería saber ¿Por qué me sentía culpable de esa muerte. 


Aquellos eventos ocurrían entonces tan pocas veces que nos daban un mes en la playa con los gastos pagados. Ha sido el peor mes de mi vida.  Recordaba la lenta marcha atrás de mi unidad y yo mirando desde la cabina. No debí retroceder tanto. Solo quería darle espacio a los paramédicos para retirar el cuerpo. Fué entonces cuando no pude evitarlo. Le mire. Ella no tenia rostro. Por un mes solo podía imaginar miles de rostros. De cejas pobladas y nariz pequeña, quizá de labios gruesos. Pero entre todos los rostros imaginables nunca pude imaginar como serían sus ojos ¿Cómo sería su mirada?
Fui al psicólogo e intento convencerme de la obviedad esquiva de que yo era inocente.

El tiempo no cura nada que importe. Solo lo destila. Le  hace más preciso. Acera nuestros recuerdos emocionales al coste de pequeños detalles que se entierran en nuestro subconsciente.


  Solo pasaron tres años  y alguien más cambio mi vida, un señor  de 40 años. Cayó sin voluntad. Quiero creer que estaba muerto cuando le pase encima. Que su corazón le mató y no yo.
Me gane un mes más de vacaciones y una palmadita del psicólogo.

           
Desde hace dos años ocurren tan frecuentemente que ya no dan meses de vacaciones pero la palmadita en la espalda continua y nuestro trabajo también.

He visto a una chica casi correr para caer frente a mí. Todos caen de perfil mirando a las vías. En mis sueños les detengo gritándoles, suplicándoles que no lo hagan. Busco sus ojos. Necesito mirarles. Pero siempre tienen  la vista perdida, mirando a las vías.

No lo resistí más.  Fué la última chica. Desde hace un año pedí mi cambio a vigilancia. Comprendí que en cada una de esas muertes se murió algo de mí, comprendí que el vacío de lo que murió esas veces se lleno por fuerza con algo siniestro.

Gente que no conocí cambio mi vida  y ahora he consumado mi plan para calmar este sufrimiento.
Ayer durante la hora pico de la estación  alguien desconecto las cámaras de vigilancia. No hay evidencia de lo que ocurrió solo los testigos presenciales.

 -“Nos bajaron porque alguien se aventó a las vías”. –decían.
 Y en mi interior un regusto recorrió cuando  algunas personas decían  mezcla de miedo y morbosidad -“yo estaba en el anden cuando el metro intento detenerse”. -Me regocije con una malsana sensación de superioridad cuando algunos afirmaban:“Yo vi. cuando se cayo”.

Entonces quedaba solo el toque final de mi plan. Disfrute cada segundo mientras caminaba lentamente hacia  la operaria del metro  recluida con el policía en la cabina. Y ví mi reflejo.

 Escuche cuando dijo:-Cayó de espaldas, estoy segura. Quizá le empujaron. -
Un gozo se apodero de mi cuando   por fin me libere de aquel mal. Me acerque a la compañera y le di una palmadita en la espalda.  La misma palmadita en la espalda que le di a un desconocido hace unos minutos, para poder mirarle a los ojos antes de empujarle a las vías.




AMOR UTOPICO


AMOR UTOPICO





La  fría mañana del 28 de septiembre del 2010  Karla y Erik se conocieron. Finalmente sus vidas se cruzaron al  atravesar la calle en sentidos opuestos.Un encuentro que duro apenas lo que dura una mirada.  Tan breve como les tomó llegar a la acera, tan largo, que ambos supieron que nunca se repetiría.

Ya de joven,  Erik comenzó a cultivar la extraña afición de  conocer todas las filias y perversiones. Era un desesperado intento  por  comprender todas esas  formas, en que una persona es capaz de expresar un sentimiento tan latente y básico como el amor. Esa afición era  sobre todo un impulso irrefrenable por comprender la forma en que él amaba. Y mientras más formas de amor, e historias conocía, pronto le resulto evidente que casi cualquier cosa puede ser cargada con un sentido erótico o afectivo. Que no existen barreras de sexo, raza o número de participantes. Por eso no le resulto extraño cuando  supo de una mujer que se enamoro ¡De un muro en alguna olvidada calle de Ámsterdam!



 Y mientras más conocía del amor,  fue cada vez más claro  que él había elegido de entre todas aquellas filias posibles, la más siniestra de todas. La de pretender  amar y ser amado por una misma persona. 

 En realidad ¿Era esa realmente  la forma en que el deseaba amar? Ó solo estaba heredando un concepto social ampliamente aceptado,(vivía en una sociedad que finge vivir bajo el patrón de una relación monogámica).
 Y sin embargo no quería, no podía amar de otra forma. Si bien a veces fue él, quien  no amo con la misma intensidad que era amado ó no fue amado a su vez como hubiese deseado.
En la busqueda frustrada de su amor, prefiguró la razón de sus fracasos. Ella a quien esperaba  Nunca apareció. Ni siquiera durante ese  par de relaciones cuando por un instante  creyó  que la había encontrado finalmente. 
 En realidad  nunca la conoció, nunca hubo un encuentro casual. Ni visiones o sueños donde la presencia de ella le fuese revelada. Nunca existieron la concurrencia de las casualidades con las que Dios suele dictarnos su voluntad.
A veces titubeaba. le parecía perversa la idea de aquel amor bilateral, perfecto. Más perturbador hubiera resultado saber que esa forma de amor era compartida por la persona que el buscaba.

Que en efecto, el objeto de su afecto era real.

Karla enfrentó el problema del amor desde otra perspectiva. La del ensayo y error. Si aquella persona reservada para ella, existía  solo era posible conocerla a través de un intensivo concurso de aspirantes. Novios, amantes y un esposo. Sin embargo él jamás llegó.  Intento querer cientos de veces para llegar  a ese amor que en la vida real solo se nutria de fé.

Ella le intuía, le sabía algo más que un sueño sin rostro o nombre.

Y eso hacia más sublime su amor. Porque sin conocerse jamás, ambos sabían que el otro existía  y que en su vida cada uno añoraba y amaba al otro con la misma certeza con la que  el día a día se había empeñado en nunca colocarlos en el mismo lugar. Con la misma certeza que tuvo Dios para no poner en medio de ellos a una  tercera persona que les  presentara. 
Y era este amor alimentado con la ausencia permanente. Quizá la más aberrante de todas las perversiones conocidas. 


Algo diferente debió ocurrir esa noche del 27 de septiembre del 2010. Karla sintió una aprensión inexplicable y comenzó a llorar. Poco a poco esa vaga sensación de tristeza y melancolía se convirtió con total claridad,  con total precisión  en que para Erik había muerto la certeza de que Karla existia.