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Ultima entrada: SALA DE ESPERA (Ilustración) Fecha de publicacion 30/10/2011

3.8.11

21 SEGUNDOS

21 SEGUNDOS



   La plaza se iba cubriendo de escombros, que caían como piezas metálicas de un tetris siniestro. Y la música a todo volúmen  salia de altavoces que alguien olvido apagar.

Llegamos a las 9:35. Vi marcharse a todos mis compañeros. Entrando en aquel laberinto vertical.  Mientras se me asignaba quedarme al tanto de la radio. Al principio la radio no paraba de recibir la respuesta de otras unidades. Después solo  podía escuchar la voz de una  operadora en la estación central.

Tenía miedo como todos y me refugie en esa voz para saber que  no era un mal sueño mientras
miraba ocurrir lo imposible. Y por sobre la voz angustiosa en la radio y la  música. Aquel maldito sonido llegó a mi.
Un sólido   convertido en líquido, una masa desintegrándose. Habría deseado que fueran mas piezas de metal cayendo.

Y el ruido se repetía una, dos, tres, cuatro veces, un crujido infame que nunca había escuchado y con cada ruido me estremecí.
En que momento fuí consciente  de esa funesta melodía. De ese siniestro tempo de 21 segundos.
 21 segundos entre uno y otro estruendo. Imagine el sonido de amorfos demonios jugando con sus lenguas rugosas y ulceradas. Imagine incluso su saliva azufrosa chocando contra su paladar. Solo así  pude unir ese sonido a una imagen.

No lo resistí! Me aleje del vestíbulo y mire a la plaza donde nada se veía. Tuve que caminar un poco más.   Y entonces lo vi, lo intuí por la ropa, de otra forma no lo hubiese creído. Alce mi vista al cielo rogando y el destino burlón me hizo mirar el primer acto de aquella pesadilla siniestra que duraba 21 segundos.

Nunca volvi a mirar. Pero en mi mente aquel sonido lo fue todo. Ya no era dueño de mi.  
Hubiera preferido los demonios amorfos de mi imaginación. Porque esa pesadilla funesta me era tan personal, vivía desde hace mucho tiempo dentro de mi.  Una influencia nefasta me hipnotizó. Fuí al vestíbulo. Entre en aquel laberinto donde  ya solo funcionaba  una sola escalera y desfallecientes compañeros y otros, corrían en dirección opuesta a mi.

Llegue al piso 78 no pude subir más. En la oscuridad en medio del humo asfixiante solo buscaba la luz. Los grandes ventanales destruidos dejaban entrar un aire incluso más viciado y caliente que el del interior de aquel cuarto.  La vista se me nubló y angustiado temiendo no poder alcanzar ni la ventana, ni  mi propósito, tuve que correr para sujetarme de los marcos del enorme ventanal roto y en el último momento de cordura comprendí con una velocidad de pensamiento que nunca podre repetir. 


 El  porque cada mañana no resistía pararme en la orilla del metro en la estación Houston.
 Como la vista del cemento y las líneas guía parecían atraerme. Cada instante que demoraba en llegar el metro  el peso de mis pies parece más ligero, levantándose en mi mente contra mi voluntad. Y no temo la muerte, temo el éxtasis que me produciría caer.

Abro los ojos y ahora se que daré el paso que nunca dí en el subterráneo.  Se que seré el siguente en arrojarme al vacio.Se que seré el siguiente compás de 21 segundos.




Dedicado a la memoria de John Landridge, miembro del cuerpo de bomberos de Nueva York. Fallecido el 11 de Septiembre  2001.  Y visto por  última vez en el piso 76 de la torre norte.

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